jueves, 18 de junio de 2015

Salud por todos aquellos a los que amamos los libros gordos

Aún recuerdo cuando estaba leyendo “El Nombre del Viento” de Patrick Rothfuss; libro de 873 páginas. Sí, aquel minúsculo libro que pesaba, estorbaba y lastimaba cuando lo llevaba a todos lados en el transporte público lleno de gente, aquel pequeño que no cabía en mi mochila y que incomodaba cuando lo ponía en mi regazo para leerlo tranquilamente. 

 O qué tal aquellas ediciones en pasta dura: como los de Harry Potter en inglés. Hermosos libros que con sus puntas afiladas te picaban todo el tiempo la espalda o el costado. De solo recordar ese dolor punzante hace que salte la lagrimita de tan bello libro que yo estaba leyendo en ese momento.

¡Ah! Y no pueden faltar los libros tipo ladrillo que asustaban a más de uno en el metro y más cuando leías aquellos del amado Stephen King; libros tipo “Si te acercas puedo asesinarte con mi arma-libro”. Cuidado con los de Stephen King que dan ideas mortales con libros mortales. 
Sí, ver esos pequeñitos en los estantes de las librerías esperando a ser cargados, a ser soportados y ahí vas tú, víctima de aquellas páginas a pagar cantidades pesadas por libros cuyas letras son imposibles de leer…Oh, cómo recuerdo las primeras ediciones de Juego de Tronos. 

 Delicia aquella de abrir un libro, oler sus páginas y destrozarte la espalda o los hombros. Dulces son las historias que llenan esas hojas que no caben en cualquier bolsa, batallas inesperadas de caballeros montados en dragones mientras tú te sietes de la misma manera subido a un micro con un cofre del tesoro que estorba, que punza, que molesta, que cansa y que por supuesto que amas.

Sí, porque amamos los libros gordos. 

2 comentarios:

  1. Salud por aquellos libros que nos mantienen en forma cual si fuéramos cargadores de pesas.

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  2. Salud por aquellos que no caben en nuestros libreros.

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