Los árboles, aquellos majestuosos
e imponentes seres que traen belleza a este mundo, son aquellos que, en
ocasiones logran atravesar las barreras del tiempo.
Ellos son los silenciosos
espectadores de la vida. Son, simplemente, los mejores aliados de la
naturaleza.
Sabiendo esto, ¿Por qué nos
empeñamos en destruirlos? ¿Por qué no procuramos su bienestar? ¿Por qué no los
valoramos?
Lo he dicho siempre, el hombre es
el ser más egoísta sobre la Tierra. Sólo piensa en si mismo y en su
supervivencia. Sin embargo no se da cuenta que una vez que destruya todo a su
alrededor, está condenado a desaparecer. La madre naturaleza nos ha dado
demasiadas oportunidades de aprender y enmendar el gran error que cometemos a
diario con ella. Pero todo llega a su límite.
Yo amo a los árboles, sus aromas,
el sonido de sus hojas cuando platican con el viento; el crujir de su tronco,
la sombra que nos presta y los hermosos paisajes que nos muestran.
Ya sea el árbol solitario en la
llanura o el conjunto de árboles en la conviviendo en la selva o el bosque,
todos ellos son y seguirán siendo: Los silenciosos espectadores.
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