Hace algunas semanas me paré frente a mi biblioteca personal,
revisé a detalle los libros que tenía y que me faltaban por leer. Eran muchos.
Leí las sinopsis de cada uno de ellos, interesarme en ellos y
decidir cuál leer. Sostuve unos dos o tres pero, al seguir revisando los libros,
me topé con aquellos favoritos cuyas páginas han sido leídas tantas veces. Puse
dos de ellos en el montoncito que estaba formando de libros por leer.
Por pura costumbre de tenerlos cerca o porque en el interior
necesitaba leer esas hojas una vez más, dejé a un lado los otros tres libros
que me habían llamado la atención para empezar a leer aquellos que han sido
leído mínimo cinco veces.
¿Por qué sucede esto?
En mi opinión cada libro tiene una historia atrapante,
divertida, triste o mágica pero, muy en el fondo, tiene una conexión con las
personas que no tienen con otras.
Tus libros favoritos, aquellos de los que no puedes
despegarte, son libros que marcaron o siguen marcando algo en tu vida: te
ayudan en alguna depresión, la historia se asemeja a tu vida cotidiana, te
transporta a un mundo mágico en el que juras vivir, te superas junto al
personaje y aprendes de sus errores y de sus defectos; muchos factores hacen
que esos libros, cuyas páginas tal vez ya están gastadas a pesar de que los
cuidas con amor y celos, estén presentes siempre, especialmente en aquellos
momentos en que necesitas ayuda, un empujón, ánimos y sonrisas; cuando
necesitas que estos amigos te cuenten la historia que les sucedió a ellos para
que rías, llores, te enamores, extrañes, viajes o simplemente puedas
desaparecer.
No nos cansamos de leer nuestros libros favoritos: sigues
riendo en las partes divertidas, sigues suspirando al enamorarte, sigues
llorando la pérdida de alguien; siempre como la primera vez que lo tuviste en
tus manos. Te emocionarás al abrirlo y lo extrañarás al cerrarlo y sabrás muy
bien que leerás otros mundos, otras mentes pero siempre llegará un momento en
que necesites releer tu libro favorito.
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